martes, 8 de mayo de 2012

“La crisis de nuestra economía” – Antonio Campos Romay

“Se han repetido todos los tópicos para justificar el desplazamientos de votos y su evolución y casi siempre sin acierto. No se ha llegado a justificar el desplazamiento de las masas hasta constituir una mayoría tan dispar con la anterior en su significado ideológico. ¿Motivos políticos? ¿Luchas de clases? Los orígenes de estos vaivenes en periodos tan cortos de la vida de un pueblo hay que buscarlo en causas fundamentales. En la escasa prosperidad general y en la falta de trabajo.

Son figuras equivalentes, contrapuestas en su acción, prosperidad y paro forzoso, trabajo y miseria. El complejo nacional se ha movido en un círculo vicioso en los últimos siete años con evidente mala fortuna. La coyuntura nacional y su relación con la crisis mundial, ha sido cada vez más lamentable.  En siete años no se dio con el remedio. La escasa labor realizada para la creación de trabajo; la falta de visión certera o mejor visión de conjunto, ha sido tal que el paro obrero ha crecido con sus dobles vertientes sobre el proletariado y sobre ese otro subproletariado, la clase media, donde se mezclan y borran las líneas diferenciales, las profesiones liberales, el pequeño comercio y la pequeña industria. Los primeros perjudicados por el descenso aterrador del poder de compra de la masa que el paro ha producido.

El paro obrero. He aquí el promotor del descontento y por ende de esos desplazamientos de opinión. El peligro se veía lejos, muy lejos. Pero no era así. Se agrava por momentos, es necesario afrontarlo inmediatamente; ya no se puede pensar en actuar con reactivos sobre la economía privada, sobre la iniciativa particular; ya no se puede lucubrar sobre esa técnica de la oportunidad de las inversiones de dinero. Ahora hay que crear trabajo y crearlo aprisa. En junio las estadísticas de paro deben cerrar sus interrogantes. Quinientos, mil, dos mil millones de pesetas. No precisamos el gasto. Señalamos la necesidad ineludible de que se resuelva de manera definitiva esta incipiente miseria. Pesa sobre el Gobierno esta consideración. Aparte de que el problema del paro es la esencia de su programa preelectoral, hay un imperativo de conciencia que obliga a resolverlo. De una manera especial queremos requerir al ministro de Hacienda. 

A un lado sus deseos de mantener la política de reajuste. A otro lado la miseria, el  hambre, la revuelta de la calle. Hay que decidirse por lo más urgente. A la postre, del obrero al burgués, todos gozaran de la prosperidad a través de una política de gastos  bien ordenada que tenga por objeto remediar el paro y la puesta en marcha de toda la riqueza nacional. Sabe el ministro que no puede haber hacienda donde no hay orden, y que este orden no nace de las medidas de coerción sino de la existencia de un buen pasar de las clases populares. Aun iremos más allá. Es inútil buscar un presupuesto nivelado a base de una economía depauperada. Los avances fiscales más renovadores –que aun caben muchos en España- solo son soportables cuando el bienestar, exponente de actividad y de trabajo, engendra una riqueza imponible más intensa. Cuando las Cortes se constituyan, ésta debe ser la primera materia de discusión, encaminada a conseguir que el dinero del Tesoro, elemento esencial del ataque contra la miseria, no sea lanzado a voleo, sino empleado en proyectos remuneradores, debidamente estudiados.


El mejor remedio contra el paro seria la rápida aprobación de una ley que concediese los créditos necesarios para la puesta en marcha de numerosos proyectos, ya en buena parte o totalmente discutidos en las Cortes, sin contar las obras ya comenzadas e insuficientemente desarrolladas por deficiencias en la consignación presupuestaria. Obras de las Confederaciones hidráulicas, ferrocarriles de nuevas construcción, edificios públicos en construcción, sobre todo escuelas, obras para la defensa nacional y unidades de la escuadra, desarrollo de la ley de Comunicaciones marítimas etc. He aquí un programa realizable inmediatamente con una primera ley. Con más calma se construiría el segundo escalón y se dibujarían mejor los perfiles de la obra total.

Se precisa utilizar los dos próximos trimestres en las obras dotadas en los presupuestos vigentes. Conviene poner de relieve, que iniciado el plan se produciría un reflejo favorable en la industria pesada, que inmediatamente se extendería a otras ramas de la metalurgia y de la industria en general, para repercutir precisamente en la hora de los aprovisionamientos para el invierno en todas las industrias de consumo.

En espera de una coyuntura menos penosa al finalizar el ejercicio se podrían estudiar las reformas fiscales para el siguiente año, base de un reajuste presupuestario más hacedero sobre una economía en camino de resurgimiento.

El  ministro de Hacienda debe recordar, para que esa experiencia alumbre su camino, cual ha sido la orientación de sus antecesores, y cuales los frutos recogidos. Con la mejor buena fe actuaron según las normas clásicas. Los resultados, poco brillantes para los mismos intereses que creían salvaguardar, se recogen ahora.”

Foi escrito nestes dias? Semellaria que si. Pero tratase dun artigo dun columnista político do xornal “El Sol”, publicado fai 76 anos, o 24 de abril de 1936. A musica sona do mais actual, cunha pequenas variacións na letra.  Por certo o artigo comenzaba, “Unas elecciones en 1931 derribaron la Monarquia; otras en 1933, desplazaron del poder a las izquierdas. Las de 1936 eliminaron del poder a la derecha y el centro”. O título “La crisis de nuestra economia” non pode ser mais vixente. Por certo ao cabo de catro meses tal que diría o defunto Iglesias Corral, “aquí pasou o que pasou”…

“El Sol” era un xornal madrileño nado en 1917 como liberal e rexeracionista da man Nicolás Urgoiti. Proclamaba na cabeceira  a súa vocación critica e independente : “El Sol no admite subvenciones, ni anticipos reintegrables. Su precio es de 10 céntimos porque el papel cuesta más de 5, y no cuenta con más ingresos que los lícitos y confesables en que se basa toda empresa seria e independiente” Liberal e republicano, na súa tranversalidade acollia nas súas paxinas literarias a escritores fascistas como Eugenio Montes ou Gimenez Caballero. Sofriu diversos avatares durante os anos trinta, rematando a sua andaina o final da guerra civil incautado pola Falanxe para editar o xornal “Arriba”.