martes, 23 de octubre de 2012

¿Los pueblos tienen el Gobierno que se merecen? - Isidoro Gracia Plaza

Isidoro Gracia Plaza
La frase de un político conservador español de principios del siglo XX, de cuyo nombre no quiero acordarme, viene muy a cuento del resultado de las últimas elecciones habidas o en curso. Y no voy a referirme solamente a las elecciones en Galicia, País Vasco y Cataluña. Alemania, Francia Reino Unido, etc., también pueden y deben ser objeto de reflexión.

Yo personalmente no estoy muy de acuerdo con la frase, ya que como persona medianamente informada, conozco, o al menos intuyo, el gran peso que tienen, en las decisiones colectivas que conforman los gobiernos, ocultas fuerzas, como las de los llamados “mercados” o “medios de comunicación”, unos y otros en pocas manos, manos carentes de ética o moral.


Sin embargo, en las democracias formales los ciudadanos tienen, ocasionalmente, oportunidades para defender sus intereses colocando en los gobiernos a las fuerzas políticas que lleven en sus programas las propuestas que les sean más próximas, o rechazando aquellas que les hayan engañado, a veces de forma muy burda, caso claro del actual gobierno español, otras veces de forma más sutil, caso de Cataluña, por lo que si no aprovechan esas oportunidades se hacen responsables, o cómplices de lo que les suceda.
Por ejemplo, que el electorado alemán considere adecuado que el infraempleo, la economía de supervivencia, y la presión casi ilimitada a otros pueblos sea, en el país hoy más poderoso y prospero de Europa, su modo de evolucionar, muy probablemente hacia una situación de pseudoesclavitud o de desigualdad inaguantable, y propiciatoria de lo que la historia ha demostrado ser fuente de graves conflictos, le va a hacer responsable también de otras prácticas de ese gobierno, que propicia la humillación de otros pueblos, el griego y otros, aún cuando esta vez no sea la fuerza militar la utilizada.


Que el electorado gallego, vasco o catalán, decida (mediante su voto o mediante su abstención) una relación de fuerzas parlamentarías determinada le hace, sin ningún lugar a dudas, responsable y cómplice de las decisiones políticas que se deriven de esa situación, incluidas las que devengan en recortes de derechos e incluso en violencia histórica o institucional. Pero evidentemente no todo “el pueblo” se merece lo que le se le va a venir encima, algunos somos mucho menos responsables que otros, opinamos y defendemos públicamente nuestra opinión y sobre todo votamos, cuando tenemos ocasión.