jueves, 6 de diciembre de 2012

¡Féliz Saqueo! - Antonio Campos Romay

Antonio Campos Romay
Estas fechas próximas a la Navidad propias a mensajes almibarados que pretenden borrar las malicias humanas bajo un copo de nieve y bombillas  multicolores a mayor gloria del mercantilismo de ocasión que acosa desde cada esquina en nuestros bolsillos a los fugitivos euros que en ellos no habitan, quizás convenga por un cierto respeto a la veracidad sustituir el tradicional ¡Feliz Navidad! por ¡Feliz Saqueo!...

Un Navidad donde los llamados recortes van desde la paga extra de los funcionarios o las pensiones de aquellos que creían que tras décadas de trabajo podrían aspirar a que los dejaran en paz, hasta la sanidad y la enseñanza públicas, algo que se consideraba tan consolidado como el Portal de Belén. Pero ni el Portal del Nazareno estaba consolidado pues Ratzinger (casualmente alemán) de un plumazo le recorto el buey y la mula, ni el estado de Bienestar estaba a cubierto del ánimo demoledor del Sr. Rajoy y los alumnos del Sr. Aznar que pululan en su entorno. Los llamados recortes que ensombrecen los ánimos de la ciudadanía, esa tala sistemática que reduce el país a la miseria, son por cierto bastante menos su montante que el que se aplica en salvar las posaderas a los saqueadores a los procede felicitar en estas fechas.
 

Es tema recurrente en determinados círculos satanizar a las Autonomías como culpables de las desgracias económicas que ellos vertieron sobre la ciudadanía. Se obvia que el fondo arbitrado para rescatar a los territorios es inferior a lo que se va a usar del dinero del común  solo en Banquia.  Tal fondo no llegó a agotarse. Sobraron casi tres mil millones de euros. Pero si se ampara a machamartillo el dislate de algunos niveles de administración que salvo anacronismo y caciquismo poco más ofrecen.
 
Saquean, y no en sentido figurado desde miembros de la Casa Real hasta presidentes de la Patronal, directivos de las Cajas, toda clase de delincuentes de cuello blanco y conciencia negra,  algunos (menos de los que se quiere hacer creer)  políticos corruptos, y toda clase de parásitos que hacen del torrente presupuestario permanente libación, lo que no les coarta para radicalizar con insolencia su discurso ultraliberal.

Da pereza por reiteración hablar del saqueo que se está cometiendo con absoluta impunidad amparado en la mayoría mordaza parlamentaria y la minoría moral de quienes la detentan. Se saquea el dinero de las clases medias, se saquea el mundo del trabajo, se saquean los derechos civiles y sociales, se saquean las libertades ciudadanas, se saquea la esperanza, se saquea el presente y el futuro….Se saquea incluso la identidad territorial y las lenguas propias…

Dice una persona comprometida por su biografía en políticas que contribuyeron a alcanzar las cotas de bienestar que “habíamos” conocido que lo peor no son ya los políticos que se venden, sino los que se regalan… Estos últimos, tancredos patéticos, componen una generación de meritorios de la política que con papanatismo absoluto jalean la destrucción de una sociedad en la que poco participaron y menos ayudaron a edificar. Solo pendientes de proteger su “modus vivendi” o no distinguen, o prefieren en su amoralidad no hacerlo, entre la política como herramienta al servicio de los sociedad o mecanismo para servirse de ella. Suman ignorancia teórica, desconocimiento histórico y rezuman soberbia y pedantería. Domésticos felices que se gratifican con unas gracias de sus amos y unas migajas del suculento festín de los saqueadores, pues ni a esa categoría llegan…

Decía el Sr. Guerra con legítima satisfacción, “vamos a poner a España que no la va a conocer ni la madre que la parió”… Tales palabras tendrían razón hoy con negro sarcasmo…Tras D. Mariano y los alevines del Sr.  Aznar, “al país ni lo conocerá la madre que lo parió ni el padre que lo engendró”.

¡Feliz saqueo señoras y Señores¡… Se lo desean los desahuciados, los parados, los que emigran con sus conocimientos al exterior, los que visitan los comedores de Caritas, los que se arrojan desde un balcón, los que por carecer, carecen hasta de esperanza…